El aceite de palma y los ingredientes derivados de la palma se encuentran en aproximadamente el 50% de los productos de consumo corrientes. Además de su uso como aceite de cocina, el aceite de palma se encuentra en muchos productos alimenticios, como pan envasado, cereales para el desayuno, margarina, chocolate, helados, galletas y aperitivos. También se usa en detergentes domésticos, champús, cremas, jabón o lápices labiales, y en biocombustibles para automóviles y centrales eléctricas.
La producción mundial de aceite de palma se ha duplicado en el último decenio, y los expertos calculan que se habrá duplicado de nuevo en 2020. Indonesia es el mayor productor de aceite de palma del mundo, con 35 millones de toneladas de aceite al año. La rápida expansión de las plantaciones de aceite de palma en Indonesia se ha visto impulsada por el aumento de la demanda mundial de aceites vegetales tanto para usos alimentarios como no alimentarios, por ejemplo para biocombustibles. Las plantaciones de aceite de palma se han desarrollado mediante la tala de bosques, y se ha relacionado la deforestación resultante con graves problemas medioambientales, como la destrucción de hábitats de orangutanes y del tigre de Sumatra.
Para responder a las críticas por el impacto medioambiental y social negativo del aceite de palma, en 2004 se constituyó la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible (RSPO). El objetivo declarado de este organismo es permitir que la industria del aceite de palma desarrolle sus actividades de manera sostenible, sin daños medioambientales ni explotación. El aceite de palma certificado por la RSPO lleva el sello de aceite de palma sostenible, también en los productos de consumo que constituyen el destino final de gran parte del aceite.
El presente informe investiga la explotación laboral en las plantaciones de Indonesia que suministran aceite de palma a Wilmar, que es el mayor productor y comercializador de aceite de palma y aceite láurico (aceite de palmiste) del mundo y controla más del 43% del comercio mundial de aceite de palma. El informe también sigue el rastro del aceite de palma producido en Indonesia para Wilmar hasta diversas empresas productoras de artículos de consumo que usan aceite de palma en sus productos. La investigación se basa en trabajo de campo en Indonesia y en investigación documental. El equipo de investigación entrevistó a 120 personas que trabajaban en las plantaciones —algunas de ellas en funciones de supervisión— en plantaciones que son propiedad directa de dos sociedades filiales de Wilmar y en plantaciones de tres empresas que suministran aceite a refinerías indonesias de Wilmar. Las dos filiales de Wilmar son PT Perkebunan Milano (PT Milano) y PT Daya Labuhan Indah. Los tres proveedores son PT Sarana Prima Multi Niaga (SPMN), PT Abdi Budi Mulia (ABM) y PT Hamparan Masawit Bangun Persada (PT Hamparan), parte del BEST Group, que suministra a Wilmar. Wilmar, SPMN y todos salvo uno de sus compradores con los que Amnistía Internacional se puso en contacto son miembros de la RSPO.
Amnistía Internacional encontró graves abusos contra los derechos humanos en las plantaciones de Wilmar y sus proveedores. Entre ellos figuran el trabajo forzoso, el trabajo infantil y la discriminación por motivos de género, así como prácticas laborales explotadoras y peligrosas que ponen en peligro la salud de las personas que trabajan. Los abusos identificados no eran incidentes aislados sino que se debían a prácticas empresariales sistémicas de las sociedades filiales y los proveedores de Wilmar, en particular los bajos niveles salariales, el uso de objetivos y del “trabajo a destajo” (se paga a las personas que trabajan en función del trabajo realizado y no de las horas trabajadas), y la aplicación de un complejo sistema de sanciones económicas y de otro tipo. Los trabajadores, y especialmente las mujeres, son contratados en virtud de acuerdos de trabajo ocasional, por lo que son vulnerables a abusos.
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