La pandemia por COVID-19 podría incrementar el trabajo infantil en América Latina y el Caribe
Actualmente el mundo atraviesa una crisis sanitaria, social y económica sin precedentes debido a la pandemia causada por la enfermedad COVID-19(CEPAL, 2020a), catalogada incluso como el mayor reto económico y social que enfrenta la humanidad desde la Gran Depresión de 1930 y la Segunda Guerra Mundial (CEPAL, 2020d; OIT, 2020).
Por lo general, en crisis de esta naturaleza, hay efectos inmediatos sobre la salud y en los aspectos económicos, productivos o laborales; pero también hay un conjunto de impactos menos visibles y probablemente más duraderos en las mujeres, afectadas por la brecha salarial, un mayor índice de pobreza y sobrerrepresentadas en la economía informal y del cuidado, así como en los grupos en situación de vulnerabilidad tales como las personas migrantes y refugiadas, la población indígena y afrodescendiente, los niños, niñas, adolescentes y los jóvenes.
Precisamente, en periodos de crisis, los niños y las niñas suelen pasar desapercibidos, su bienestar es opacado por otras prioridades y muchas veces sus derechos se ven amenazados (UNICEF, 2016). Si bien en la actual crisis sanitaria derivada de la COVID-19, la frecuencia de la infección y la mortalidad en la población infantil son más bajas que en otros grupos de edad, los niños y las niñas están siendo afectados por los impactos socioeconómicos y, en algunos casos, por las medidas de mitigación que inadvertidamente pueden provocar más daño que beneficio (ONU, 2020). La pandemia exacerbará las vulnerabilidades ya existentes, incluyendo un mayor riesgo de matrimonio infantil1, trabajo infantil y embarazo adolescente.
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