Mujeres venezolanas desesperadas huyen de su nación para escapar de la pobreza: a la espera de ellas están los traficantes de personas y la esclavitud sexual
La crisis venezolana ha desplazado a cinco millones de personas de este país en todo el mundo.
Al igual que otros lugares de Venezuela, la economía de Tucupita, un pequeño pueblo pantanoso en el delta del Orinoco se había derrumbado, causando que miles de residentes huyeran.
María Theresa, una estudiante de enfermería de 19 años, vio su oportunidad de una vida mejor cuando una amiga le habló de personas que podían ayudarla a mudarse al vecino país de Trinidad. Todo lo que tenía que hacer era subirse a un barco de madera que los llevara a través del Golfo de Paria.
Algunos venezolanos prestaron dinero a María y a sus amigos para el viaje. Cuando llegaron a Trinidad, la misma gente les encontraría trabajo como peluqueros o amas de casa.
Así, una noche de enero, María subió a una piragua desde una ensenada escondida en el río Orinoco, una de las grandes vías fluviales del mundo. Unas seis horas más tarde, llego a la costa norte de Trinidad, donde ella y otros pasajeros fueron recibidos por un hombre que no conocían. Desde allí, fueron llevados a una casa ocupada por otros migrantes venezolanos.
Durante tres días, María y otros ocho venezolanos estuvieron hacinados en una habitación donde la luz del día apenas entraba. Les quitaron sus pasaportes y les dieron una dieta de galletas y agua. Un día, no tenían comida.
Al tercer día, la puerta de su habitación se abrió y uno de sus captores le dijo que se pusiera bonita y que algunos visitantes llegarían pronto. María estaba confundida y asustada, pero hizo lo que se le mandó.
Cuando un hombre extraño entró y la miró, entendió su destino.
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